domingo, 25 de abril de 2010

Calentar motores

SALVADOR RUS RUFINO
Sábado , 24-04-10
FTE: (ABC.ES)

LOS tiempos políticos no son diferentes. Las actuaciones de los políticos, principalmente los líderes de los grandes partidos, tienen un matiz y una intención propagandística que busca una traducción en votos. Sabemos que el panorama electoral en Castilla y León está repartido en dos grandes partidos que se disputan los escaños, con un tercero en discordia que, en caso de que no exista una mayoría absoluta, sería el árbitro. Pero esta vez existe otra formación en el tablero que poco a poco va consiguiendo representación en todas las citas electorales que a las que concurren, y que trata de crearse un espacio propio entre los partidos. Así que no vale afirmar que todo es cuestión de dos, ya hay cuatro en el tablero.
Por otro lado, la actividad del Gobierno de la Comunidad y la actividad del Gobierno de España van a ser frenéticas, sobre todo en aquellos lugares donde la lucha sea más reñida, porque la diferencia de un puñado de votos puede otorgar la mayoría absoluta o quitarla. Así que la presencia de ministros, consejeros, altos cargos y todo aquel que pueda ofrecer algo, será constante. Hasta el punto que Castilla y León se va a convertir durante este año largo que nos queda en una especie de Zona Cero de la política española. Compartiendo ese honor con otras autonomías y capitales de provincia. La lucha va a ser a cara de perro y los ciudadanos, los sufridos votantes, seremos los espectadores del duelo.
Pero si la acción política no concuerda con la palabra dada, que es lo normal, el votante puede decir que él ha sido engañado porque la objetividad del mensaje ha sido monopolizado por el político, que persuade pero no convence. Entonces el votante aplica justamente una crítica de carácter ético a la actividad política, por esta razón se puede hablar con toda corrección de la falta de credibilidad de los personajes políticos y del desgaste social de los mismos, que está acompañada de una falta absoluta de confianza en ellos y sus palabras, y de un creciente desprestigio de la clases política. Por tanto, señores políticos, digan la verdad y no aquello que parece que impresiona más para conseguir votos. Los ciudadanos no somos tan incautos, y sabemos discernir entre lo verdadero y lo falso.-

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